La familia de los coronavirus es muy grande aunque solo 7 de ellos incluyendo el COVID-19 pueden infectar a las personas, los demás solo infectan a las aves y grandes mamíferos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un ejemplo cercano es lo que desde hace unos años los cordobeses hemos sido testigos de cómo algunas palomas aparecen muertas en la peatonal y nuestras autoridades al ser consultadas por algunos medios contestaban que se trataba de la bronquitis aviar o de un extraño "coronavirus de las aves", inofensivo para la gente según el sitio avicultura.com. Algo a mi entender discutible.

La evidencia sugiere que el "nuevo coronavirus" saltó de los murciélagos a los humanos después de pasar por un portador intermedio aunque existe la posibilidad según algunos estudios no confirmados que este SARS se hubiese propagado de humano a humano, mediante la selección y purificación en el ser humano del virus animal, no obstante una parte de los científicos aún siguen tratando de identificar si existió una criatura intermediaria infecciosa como escribí al principio de este párrafo entre el murciélago y los humanos.

Según el sitio analesdelapediatria.org la sigla SARS (Síndrome respiratorio agudo severo) dentro de la denominación de la enfermedad (Sars-Cov-2) es porque se trata de una neumonía viral que progresa rápidamente hacia uno de los dos extremos: la muerte o su gradual atenuación. Es esta característica que posee el coronavirus la que ha causado epidemias devastadoras si no se lo controla como sucedió entre el 2002 y el 2003 donde llego a propagarse en 16 países con un promedio de fallecidos que partía del 9.6 al 18 por ciento mientras que en otros casos solo ha causado infecciones respiratorias leves a moderadas, como el resfriado común.